lunes, 24 de mayo de 2010

Una encuesta para editores (VI) Farràs González/ Obedman

Sexto día de la encuesta para editores. Las preguntas son éstas:

1. ¿Cómo elige a sus traductores? ¿Cuáles son los criterios de selección?

2. ¿En base a qué cálculo se les paga? ¿Le parece que la remuneración que estos reciben es justa?

3. ¿En qué medida la edición posterior considera a los lectores de uno y otro lado del océano?


Galaxia Gutenberg
/Círculo de Lectores
Francesc Farràs González
Cargo: coordinador y editor de mesa
Experiencia: ocupa el cargo desde 2004. Anteriormente, desde 1999, trabajó en el departamento de producción y corrección ortotipográfica.

1) La elección de un traductor siempre supone un esfuerzo por la implicación que conlleva. Un esfuerzo por ambas partes. En nuestra editorial (Galaxia Gutenberg/ Círculo de lectores) siempre nos hemos propuesto que el traductor se sienta a gusto trabajando con nosotros, que la relación sea fluida y exista una correspondencia afín. Últimamente, apostamos por gente joven y entusiasta, de quienes valoramos ante todo su profesionalidad, buen conocimiento del idioma y seriedad en el trabajo. Antes de contactar con alguien para proponerle un proyecto (de cualquier tipo, ficción, no ficción, ensayo, divulgación), leemos y revisamos algunas traducciones que tengan publicadas (preferentemente del género que tengamos previsto publicar), o, en caso contrario, solicitamos una prueba de corta extensión; a cambio, intentamos que su trabajo sea reconocido, vaya, que se sientan como en su casa. No sé si lo conseguimos plenamente, pero al menos ésa es nuestra intención.

2) ¡Con la iglesia hemos topado! Sé de buena tinta que nos movemos en un terreno peliagudo. Siguiendo la línea marcada a partir de lo que ya he dicho antes, nuestra tarifas se ajustan en la banda alta del mercado editorial. El cálculo de base son los espacios en una plantilla de 30 x 70.

3) No sé exactamente a qué te refieres con esta pregunta. Si es a si hacemos dos versiones, negativo; sólo publicamos en España, y en alguna ocasión se ha exportado la edición a países de habla hispana.


Suma de Letras / Punto de Lectura (del Grupo Santillana)
Julieta Obedman
Cargo: directora editorial

Experiencia: fue editora general en Eudeba y editora en Emecé, antes de pasar al grupo Planeta y, posteriormente, al Grupo Santillana

1) Elijo a los traductores que escriben bien. Que además de conocer exhaustivamente la lengua extranjera, escriban bien en castellano. Los criterios de selección varían de libro a libro, puedo enumerar algunos: que tengan experiencia previa en la traducción de libros completos, que sean personas confiables en cuanto a los tiempos de entrega (que muchas veces son muy apretados), que tengan una "teoría de la traducción" que coincida con criterios de excelencia en cuanto al resultado, no necesariamente trabajo con traductores profesionales (me refiero a títulos o acreditaciones académicas) ya que como trabajo con libros de ficción, suelo preferir a escritores (que hayan publicado o no), personas con buena formación literaria y con habilidades probadas a la hora de recrear un texto que proviene de otro idioma.

2) No, en absoluto, ni en los países donde mejor se paga a los traductores (en Europa en general se paga mejor que en América latina) es justa la remuneración. En realidad, es incalculable el valor de una traducción, porque no solo es una tarea muy difícil sino que sabemos que para entregar una traducción bien hecha, la cantidad de horas de revisión, auto corrección, edición incluso es desmesurada. El traductor reescribe un libro entero, algo que considero hasta más difícil a veces que escribirlo. Y están siempre en la sombra, en un lugar extraño y excéntrico para el público, pero central para que el libro pueda publicarse. Es más que un oficio o profesión, es un placer solitario que muy pocos pueden hacer bien y que muchos hacen mal. Sin embargo, creo que en Argentina hay una buena cantidad de traductores de enorme calidad.
El cálculo para pagar la traducción en Argentina suele basarse en la cantidad de palabras a traducir; se establece un precio determinado por cada 1.000 palabras. En otros países se calcula por caracteres. Otras veces se establece un precio total por el trabajo terminado, según dificultades técnicas, extensión del texto y plazos de entrega.

3) Es sabido que la actitud de los editores y traductores españoles no coincide en casi nada con la de los editores y traductores latinoamericanos. Por su parte, en España simplemente no se tiene en cuenta al lector americano, y en América se tiene demasiado en cuenta al lector español. Esta desigualdad ha ido sufriendo cambios con los años, según las coyunturas económicas a ambos lados del océano. Actualmente, en América Latina algunos editores ponemos el máximo cuidado a la hora de publicar libros traducidos en España, haciendo algunas correcciones básicas y mínimas para que el lenguaje más castizo no espante a los lectores. No ocurre lo mismo a la inversa; los editores españoles suelen modificar profundamente las traducciones locales, por considerarlas simplemente erróneas. Como resultado, el lenguaje que se publica ya no se sabe qué es, de dónde es...los localismos, el vocabulario coloquial en los diálogos, muchas veces se pierde por torpezas editoriales que no parecieran estar en remisión. Sin embargo, considero que la gran calidad de los traductores argentinos lentamente empieza a ser reconocida y espero que en algunos años lo sea plenamente, sin necesidad de pasar por la variable económica que ha determinado este oficio en las últimas décadas.

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