sábado, 24 de julio de 2010

Georges Perec traducido y discutido


El escritor español Antonio Jiménez Morato ha publicado los libros Cuestión de sexo (Aguilar, 2009) y Lima y limón (Editora Regional de Extremadura, 2010), así como la antología Poesía en mutación (Alpha-Decay, 2010), de la que fue editor. Colabora en los suplementos culturales Babelia, de El País, y ABC Cultural, de ABC, ambos de España, así como en los diarios Perfil de Buenos Aires o El País de Montevideo, entre muchas otras publicaciones. También dicta talleres de escritura creativa y clubes de lectura en diversos centros e instituciones. Fue, durante cuatro años, coordinador general de los Talleres de escritura Fuentetaja. Ha dirigido el programa radiofónico Vivir del cuento (Radio Círculo) y ha trabajado como guionista televisivo en varios programas. Traduce de vez en cuando, sobre todo del portugués, da conferencias y diseña libros. Asimismo, realiza diversas actividades de gestión cultural y administra el blog Vivir del Cuento (http://vivirdelcuento.blogspot.com/2007/01/), donde fue encontrado el texto sobre la traducción de Georges Perec que se publica a continuación, así como un interesante intercambio, que tuvo lugar entre enero de 2007 y julio de 2008 con varias personas que dejaron sus comentarios y  la traductora del texto en cuestión. Respecto de esta última –Yolanda Morató–, vale la pena leer con atención sus puntos de vista, porque ésta es una de esas raras ocasiones en que una discusión privada, que incluye la crítica de una traducción, trasciende al ámbito público y se publica.

Una vida en cuatrocientos ochenta recuerdos

Desde que doy clases de escritura, Georges Perec ha sido un escritor que se me ha hecho cada vez más interesante. Sobre todo su libro Je me souviens. Como no sé francés –no con la competencia necesaria como para leer un libro y entenderlo todo– he tenido que trabajar siempre en clase con traducciones parciales del libro. Sólo por eso la alegría de ver la edición del libro editado en español no tiene precio. Por fin podemos leer en España los cuatrocientos ochenta recuerdos que compiló Perec.

Para hacer esta edición Yolanda Morató ha contado con una colaboración de lujo, la de Juan Bonilla, posiblemente el mayor valedor de la obra en España. De hecho es muy probable que de no ser por él no tendríamos entre las manos este libro. Para los que usen esta bitácora como referencia de posibles lecturas les recomiendo el libro que hizo Bonilla desde su personal lista de recuerdos: Je me souviens, está editado por Algaida.

Leer al completo esta lista es una fuente de placer, de sugerencias, y se revela como el descubrimiento de un mundo y un modo de verlo único, el de Perec. A fin de cuentas, como se explica en el prólogo del libro, la idea de la recolección de una serie de recuerdos no es originaria de Perec, sino de Joe Brainard, un pintor expresionista abstracto, y precisamente a él le dedicó Perec el libro. Aunque la labor más profunda y más interesante la hizo Perec, ya que logró reflejar un fresco de su época y de su generación fascinante. Al leer el libro uno parece estar viviendo en el París de los años en que se fueron redactando los recuerdos.

Pero la lectura también ha sembrado ciertas dudas. En primer lugar uno reflexiona sobre cuál habría sido la mejor edición posible. Como bien señala Morató hay un libro –Je me souviens de Je me souviens– en el que Roland Brasseur rastrea el significado y las referencias de cada uno de los recuerdos. Esto, que es muy interesante para el público francés, ya que muchos de los datos incluidos en las anotaciones son desconocidos para un lector medio o joven, es fundamental en el caso del lector español, que se queda a verlas venir con muchos de los recuerdos –como me ha pasado a mí–. Tal vez, ya que se ha hecho el esfuerzo de editar el libro de Perec con algunas notas, se podría haber editado con todo el aparato investigado por Brasseur. Desde luego se podría sacar más jugo al libro si lo hicieran de este modo.

La otra duda se refiere a la traducción. En el pequeño currículo de la editora que se incluye en la solapa de la contracubierta –por cierto, es de agradecer a la gente de Berenice que muestre un verdadero respeto por los traductores al dar importancia a alguien fundamental que suele dejarse de lado– no dice nada al respeto de su competencia como traductora de francés, pero a lo largo del libro se evidencia –por ejemplo, en las explicaciones de los juegos de palabras y demás toque humorísticos del texto– que sí sabe lo que se hace. Por eso no se explica la extrañísima traducción que hace del OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), que traduce como Seminario de Literatura Potencial. Es extraño porque en francés existe la palabra seminaire y los miembros del OuLiPo decidieron usar el término ouvroir que quiere decir taller, con la clarísima connotación de trabajo manual, como un obrador de pastelería o un taller mecánico, porque la idea de taller como lugar de trabajo intelectual tiene la palabra atelier. Todo esto puede parecer suspicaz, pero creo que es importante que no olvidemos que el trabajo manual, la acción directa, es importantísima para la cultura, la praxis es fundamental, y me molesta mucho cuando entiendo que se da de lado para enfatizar la parte académica y elitista. Uno es así, piensa que en la acción reside la revolución, o viceversa.

Por otro lado me ha sorprendido ver que la traducción de Morató es menos sugestiva que la traducción de algunas frases con las que trabajo yo en el taller. En este libro puede leerse:

Me acuerdo de la alegría que entraba cuando, teniendo que hacer una traducción del latín, encontraba en el Gaffiot la traducción de una frase completa.

Mientras que en la traducción que yo manejo para el taller:

Me acuerdo de la alegría que me daba cuando, al ir a hacer una traducción de latín, encontraba en el Gaffiot toda la frase traducida.

Que a mí me parece más sugerente, más exacta.

O esta otra, tal y como aparece en el libro:

Me acuerdo de que un día mi primo Henry visitó una fábrica de tabaco y se trajo un cigarrillo del tamaño de cinco unidos.

Que en la traducción que yo he manejado siempre en las clases es así:

Me acuerdo de que un día mi primo Henry visitó una fábrica de cigarrillos, y trajo un cigarrillo largo como cinco cigarrillos.

Que me parece más natural, menos alambicada.

Sí que reconozco que no traduzco francés y no conozco el original, hablo por tanto de una cuestión meramente estilística y desde una perspectiva subjetiva, pero estaremos todos de acuerdo en que ahí radica en buena medida la literatura.

De cualquier modo, por encima de estos detalles que demuestran la cantidad de tiempo libre y carencia de preocupaciones que tengo, hay que alegrarse porque este libro esté a disposición de los lectores y hay que agradecer a la editorial Berenice y a Yolanda Morató que lo hayan puesto a su alcance.

Siguen luego 5 comentarios:

Lucía dijo...
Estoy leyendo ahora La vida instrucciones de uso y todavía no salgo de mi asombro porque no habia leido nada igual. Me gusta y sobre todo me ha sorprendido, aunque me parece que me pierdo cosas y que deberé volver a leerlo. Asi que me has dado una alegría con poder encontrar los recuerdos de Perec en castellano, de los que ya leí un pequeño avance en un taller de cuento
viernes, 12 enero, 2007

Víctor García Antón dijo...
Bello, sencillo.
Muchos de los me acuerdo no me dicen nada por la falta de referencias, pero es igual, hacen. Uno lee unas páginas y se levanta como de un viaje.
Me ha encantado.
viernes, 19 enero, 2007

Yolanda Morató Agrafojo dijo...
Le agradezco la reseña. No obstante, hay ciertas cosas que me sorprenden. En el terreno de las colaboraciones, usted no sabe quién y quién no ha colaborado conmigo. Yo no traduje esta obra por encargo. La propuse a ciertas editoriales y Berenice (a través de David González de Almuzara) aceptó. En cuanto a la traducción, en efecto, a mí jamás se me habría ocurrido traducir "seminario" donde debe decir 'taller' (corregido en la 2ª ed.). El colmo de todo es que le cambien a uno las palabras en su propio prólogo (por palabras que, además, son esencialmente iguales en ambas lenguas). De hecho, en la página siguiente, si se fija, podrá comprobar que aparece la traducción de la palabra seminaire, que nada tiene que ver con "taller". Sirva esto para demostrar cómo a veces el traductor no puede controlar todo el proceso de correción de pruebas.

En el terreno de las sorpresas, se asombra de que mi traducción sea "menos sugestiva" que el tipo de frases que usted emplea en sus clases. Como comprenderá, yo no tengo nada que objetar. Usted utiliza versiones de Perec y me parece muy bien. Una traducción (versus una versión) es algo bien distinto. Como traductora, procuro no eliminar el estilo del autor, ni siquiera enmascaro la dificultad de ciertos giros. Si no, el lector leería al traductor –y no al autor– tanto en Perec como en Dos Passos, ¿no le parece?
Atentamente,

Yolanda Morató
domingo, 06 julio, 2008

Antonio Jiménez Morato dijo...
Hola, Yolanda.
Evidentemente, no sé con quién colabora o deja de colaborar. Lo supongo, lo infiero y lanzo hipótesis al respecto, nada más.
Me alegro de saber que se han realizado correcciones en el libro, yo dispongo de la primera edición.
Y, evidentemente, lo de la sugestión no es más que una opinión. Que debe respetar como yo respeto la suya, por descontado.
Cuenta con mi mayor agradecimiento por visitar y comentar el blog. Un fuerte abrazo y saludos a Juan.
domingo, 06 julio, 2008

Yolanda Morató dijo...
Le agradezco, ante todo, su rápida contestación. Si le he escrito (como comprenderá, podría haber pasado por alto su reseña y santas pascuas), es porque respeto lo que hace, el esfuerzo que pone en redactar todos sus artículos y la variedad de sus lecturas. No obstante, hay veces que hay que matizar las cosas, porque las palabras son palabras al fin y al cabo, ya estén en un blog o en la Enciclopedia Británica.

En lo referente a su opinión (sobre la "sugestión") la respeto, claro está, aunque no me negará que, como traductora, me lo pone fácil cuando dice:  "Sí que reconozco que no traduzco francés y no conozco el original, hablo por tanto de una cuestión meramente estilística y desde una perspectiva subjetiva..."

Créame que ya no me asusta oír este tipo de afirmaciones. Simplemente me escandaliza. Es un mal común que vemos en la prensa a diario: se habla de las traducciones sin conocer el texto original ni el idioma en profundidad. No le quepa duda de que en lo que concierne a temas estilísticos, siempre hay que distinguir entre "versión" (le recomiendo la magnífica versión de Los gatos de T. S. Eliot que ha realizado Juan Bonilla para la editorial El Gaviero) y "traducción" (por las razones que ya le expuse).

En cuanto a las colaboraciones, bueno, usted dice “hipótesis” y a mí me dio la sensación, por decirlo de manera sarcástica (no se lo tome a mal), de que vivía usted en mi casa cuando afirmó (creo que lo que hace es algo más que suponer): "Para hacer esta edición Yolanda Morató ha contado con una colaboración de lujo, la de Juan Bonilla, posiblemente el mayor valedor de la obra en España."

No se equivoca en que "de no ser por él no tendríamos entre las manos este libro", porque desde hace mucho años ha promovido desde artículos y talleres la magnitud de esta obra fundamental. Su entusiasmo a la hora de analizar y divulgar Me acuerdo me animó a traducirlo. Su verdadera colaboración, que iba a ser un magnífico prólogo, se frustró debido a la ineficiencia de quienes gestionaban la edición. Ahora ya puede ver cuánto se perdió en la trastienda de este libro.

Por último, me gustaría decirle que le he respondido porque me tomo muy en serio la literatura (en todos sus ámbitos, desde la lectura al coleccionismo) y no me gusta leer “inexactitudes” (al igual que a usted le “molesta mucho cuando entiendo que se da de lado para enfatizar la parte académica y elitista”). Le recomiendo, para que vea el poco énfasis que pongo yo en lo elitista y en lo académico cuando hablo de literatura, el próximo lanzamiento de Impedimenta: Estallidos y bombardeos, de Wyndham Lewis, que saldrá a principios de septiembre. Una vez más, considero a Juan como la persona idónea para escribir el prólogo. Esta vez sí saldrá.
Le felicito de nuevo por su blog.
Saludos cordiales, YM
viernes, 11 julio, 2008

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