domingo, 23 de octubre de 2011

Si Arturo Pérez Reverte no entiende nada, ¿para qué leerlo?

El 11 de octubre pasado, el diario Clarín publicó una nota de Guido Carelli Lynch, con el título "Contenidos de la RAE: sigue la polémica". En ella se daba cuenta de lo ocurrido con el blog de Ricardo Soca y de la polémica que había subido desde distintos blogs del mundo hispanohablante hasta diferentes foros y periódicos. Entre otras cosas, también se ofrecía la opinión de dos escritores españoles. Javier Marías en la oportunidad opinó sobre la RAE y manifestó: “Me gustaría que esa institución no cobrase por ningún servicio, pero no es una ONG ni una organización gubernamental sufragada con dinero público, aunque cuente con alguna ayuda estatal. Es una institución de carácter privado e independiente y lo fue incluso bajo la dictadura de Franco, a la que era muy difícil y muy arriesgado llevar la contraria”. En cambio, Arturo Pérez Reverte (foto) –quien además es miembro de la RAE–, dijo en Twitter que: 'Hay una ofensiva de demagogia y política en la Argentina respecto a la RAE y el español”. Se trata de dos visiones diferentes: una matizada y prudente, y la otra, no.

Es posible que Pérez Reverte no vea las cosas con la claridad con que las ve Marías. Por lo pronto, el problema que él cree exclusivo de la Argentina está hoy por todas partes y no tiene nada que ver con lo que dispone o deja de disponer un gobierno, sino con las prácticas imperiales de la RAE, institución que, a la luz de lo que dicen muchos españoles lúcidos, afortunadamente sólo representa a una parte de España y de los españoles. Pero Pérez Reverte está en su derecho de granjearse un montón de enemigos de un plumazo. Allá él y, por suerte, aquí nosotros. Dicho lo cual cabe preguntarse qué pasaría si los lectores latinoamericanos, en lugar de perder la paciencia leyendo sus novelas y artículos utilizáramos ese tiempo para leer, por caso, a Javier Marías, o a Eduardo Mendoza, o a José María Álvarez, o para releer a Luis Martín Santos, a Rafael Sánchez Ferlosio, a Alfonso Costafreda, a Gabriel Ferrater o a Jaime Gil de Biedma, para no hablar de Antonio Machado y de los clásicos del siglo XVII. ¿No se trataría de autores más provechosos? Y llegado el caso, si dejáramos de leer a Pérez Reverte, ¿perderíamos realmente algo? ¿Nuestra educación sería peor? ¿El mundo sería un lugar más chico? Como por la plata baila el mono, tal vez Pérez Reverte sería más prudente a la hora de disparar su Twitter. Ojo: se trata, claro, de una pregunta que ojalá se convierta en inquietud.

1 comentario:

  1. Excelente. Concuerdo totalmente. Es un autor sobrevalorado...muy básico. Y se da el lujo de pretender encasillar el idioma.

    ResponderEliminar