miércoles, 15 de mayo de 2013

Una consecuencia positiva de la actual crisis española (y no es chiste) (I)

El título de esta entrada no es una burla. Lejos de ello, es la celebración de una muestra de salud. El 28 de noviembre de 2012, Gonzalo Izquierdo publicó el siguiente artículo en el sitio Terra, de España. La paradoja que encierra es la misma que hizo que, luego de la terrible crisis económica sufrida por la Argentina en 2001 --probablemente, la peor de la historia de este país--, surgieran aquí nuevas y mucho más imaginativas editoriales como Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, La Bestia Equilátera, Bajo la luna, Caja Negra, Cactus, El 8vo. loco, Gog & Magog, Ediciones en Danza o Mardulce, para citar apenas algunas apelando a la memoria más inmediata. Se trata de editoriales de calidad que son motivo de orgullo y ejemplo, por lo que es de esperar que esas nuevas pequeñas editoriales españolas cumplan una función parecida.


Pequeñas editoriales ante la crisis: una tabla de salvación

Aunque resulte paradójico, la crisis puede ser un acicate para desarrollar propuestas arriesgadas que naveguen a contracorriente de los gustos de la mayoría. Esto es lo que ha debido de pensar José Luis Amores, responsable de la editorial Pálido Fuego, que desembarca en el mercado editorial en un momento muy difícil, en el que el sector está sufriendo los efectos de los recortes, el descenso de ventas y otros males derivados de la coyuntura económica actual.

“Tenemos a los grandes grupos editoriales lanzando títulos a diestra y siniestra para el llamado ‘gran público’. Si echas un vistazo a los diez libros más vendidos en España en lo que va de año, te dan ganas de llorar. Nuestro nivel general es pésimo, inadmisible”, afirma Amores que, con obras como Conversaciones con David Foster Wallace, trata de aportar su pequeño granito de arena para paliar esta situación.

“Hacer cualquier cosa cultural ahora es estimulante como nunca antes lo había sido. Aunque, si te paras a pensar, ningún momento es bueno para apostar por la cultura, pues normalmente la masa es tan sorda como quien la dirige”. Ante este panorama literario, es lógico que “no cesen de surgir reacciones en contra, disidencias de la tontería generalizada, para de alguna forma contrarrestarla”.

Daniel Moreno, editor de Capitán Swing, cuenta en su catálogo con obras de Norman Mailer, William Faulkner o Arthur Conan Doyle, entre otros. Sostiene que, a pesar del descenso de la venta de títulos y el incremento de las devoluciones, nada está cambiando estructuralmente en el sector: “el mundo del libro vive instalado desde hace mucho tiempo en una burbuja que no termina de pinchar y en la que todos los implicados nada o poco estamos haciendo”.

Rubén Hernández e Irene Antón son los creadores de Errata Naturae, proyecto “que pretende distanciarse de las imposiciones más ensordecedoras de la ineludible industria cultural”. Según Rubén, “la crisis está afectando al sector de manera brutal”, con unas pérdidas que se sitúan entre el 20 y el 30%. “En seis meses, hemos pasado de tener un 7% de devoluciones a que las cifras se multipliquen por cuatro”.

Cuando Donnatella Ianuzzi fundó la editorial Gallo Nero hace dos años, “ya se estaba experimentando cierta crisis aunque se confiaba en que de alguna forma los libros saldrían inmunes”. Pero las previsiones no fueron acertadas y ahora “estamos asistiendo a una caída en las ventas debida no solo a la actual coyuntura sino también a una crisis de lectores y al cierre de varias librerías literarias e independientes que representaban nuestro territorio natural”.

Jan Martí comenzó la aventura de Blackie Books en 2009 y desde entonces se ha convertido en una de las firmas emblemáticas del ‘boom’ de las ‘microeditoriales’. Considera que la crisis ha afectado mucho al sector, “pero sobre todo a las editoriales grandes” y confía en que “servirá de purga a aquéllos que estaban inflando sus programaciones y publicando más libros de lo necesario para poder mantener una estructura”.

Imaginación y esfuerzo para contrarrestar la crisis
Pálido Fuego, Errata Naturae, Blackie Books, Capitán Swing, Gallo Nero y otros sellos situados fuera del conglomerado de los grandes grupos apuestan por afrontar la crisis con dosis adicionales de esfuerzo, imaginación y una exigencia común: no bajar la calidad de ninguna de sus publicaciones tanto en lo referido a la forma (el diseño es una de sus grandes bazas) como en el contenido.

La estrategia de José Luis Amores pasa por “apalancar esfuerzo personal en lugar de inversión, reduciendo ésta al mínimo indispensable. Siendo prudentes con el número de títulos que el lector interesado puede absorber. Estrechando el margen al máximo. Trabajando más”. Daniel Moreno confiesa que “ha habido tareas que en el pasado había logrado externalizar y que ahora vuelvo a realizar yo mismo, mal que me pese, pero con gusto y dignidad, y también haciendo que gente amiga que colaboraba con la editorial se haya tirado bastante el rollo y esté arrimando el hombro”.

En Errata Naturae se han restringido gastos que no afectan a la calidad de los libros, como viajes de promoción, presentaciones, etc. Jan Martí reconoce que solo les queda “combatir la crisis con imaginación: siempre estamos reinventándonos, en busca de algo nuevo, para hacer que los libros que elegimos lleguen a cuanta más gente mejor”.

Gallo Nero lucha contra la situación económica manteniendo un nivel muy alto en las publicaciones, arriesgando lo menos posible y no cediendo a la tentación de traicionar la filosofía editorial “doblegándonos a cierto tipo de publicación comercial que a largo plazo, a nuestro entender, sería un suicidio”.

José Luis Amores reconoce que su editorial nace con el objetivo de evitar la soledad producida cuando “conoces literatura con la que no puedes hablar con casi nadie”. “Nuestra pretensión es poner a disposición del lector en español obras maestras que, por una u otra razón, han ido quedando relegadas por el torbellino de la novedad y del exceso de publicaciones en nuestro idioma”.

Sus libros están dirigidos a aquellos lectores que los quieran “para algo más que sostener una toalla en días de viento. A quienes sólo leen los libros que se ponen de moda, no se les puede denominar lectores”. Su aspiración es “ofrecer obras que, a la vez que hacen sentir al lector que pertenece a una comunidad especial de personas preocupadas por las cuestiones prioritarias y vitales de este mundo en que vivimos, también le entretengan y le hagan pasar buenos ratos. Y a buen precio”.

Moreno afirma que el contexto donde se ha producido el ‘boom’ de estas ‘microeditoriales’ responde al proceso de fuerte concentración sufrido por el campo editorial en las últimas tres décadas: “grupos como Planeta, Random, etc. han perdido un poco el rumbo, la visibilidad y la difusión de cada una de ellas”. Al igual que los de Pálido Fuego, sus lectores se hallan entre aquellos “que no recurran a la lectura como puro entretenimiento (con todos mis respetos); que tenga contradicciones en la lectura, que se cuestionen cosas o se encuentre con problemáticas o incomodidades que no se pueden solventar pasando la siguiente página o con un desenlace”.

Sobre el futuro inmediato, piensa que el panorama es “muy feo; el año que viene no hay subvenciones (en algunos casos necesarias, en otros no hacen más que reproducir lo peor de nuestra cultura pública), y eso afectara muchísimo a las editoriales más pequeñas que hacen un gran esfuerzo por llegar a las minorías".

Y el año próximo, ¿qué?
Aunque Rubén Henández sostiene que 2013 va a ser un año durísimo, no han eliminado ninguna de sus líneas editoriales y van a mantener el núcleo duro del proyecto, que responde a un deseo de dispersión y multiplicidad en el que alternan ensayos de corte académico con otros de carácter más ‘pop’. Libros dirigidos a un nuevo tipo de lector que salta sin prejuicios de la alta a la baja cultura, que “puede ver una película de Pere Portabella y después una de zombies”.

Gallo Nero publica como mucho doce títulos al año y detrás de cada uno hay una profunda reflexión “que hace que nada sea casual: la cubierta, los textos que lo acompañan, todo esto es un guiño al lector y una forma de editar que para nosotros es la única posible”. En su catálogo, que se alimenta de traducciones de obras del siglo XX de autores europeos y norteamericanos, se encuentra “lo menos conocido de autores muy conocidos y es posible que esta definición se ajuste a nuestra línea editorial”.

Donnatella cree que “la mayor caída de ventas se ha dado en cierto tipo de publicación que confiaba en la compra de impulso y se concentraba en las grandes superficies. Es decir, la compra ocasional de lectores ocasionales”. “En el caso de las independientes son carreras de fondo, ganamos lectores que a lo mejor no son muchos pero son para toda la vida, siempre y cuando no bajemos nuestra calidad y no traicionemos nuestra filosofía”.

“Con otras editoriales independientes compartimos cierto gusto por el rescate pero sobre todo la gran tarea de pensar en los libros, no producimos en cadena. Nos interesan los trajes a medida e imagino que de alguna forma nos gusta pensar que cada uno de nuestros títulos es único y lleva nuestro sello”. La entrega total al proyecto, otro de los elementos en común con el resto de editoriales, “se traduce en jornadas interminables de trabajo que paradójicamente nos hacen felices”.

Jan Martí cree que en el plazo de unos años han logrado “crear cierta confianza y fidelidad en nuestros seguidores, y eso es impagable: por un lado, cuentas con una comunidad creciente de lectores, y por otro  en todo momento la necesidad de no ‘fallarles’, y eso hace que no puedas acomodarte nunca y siempre quieras sorprender”.

La independencia es el vínculo que les une con otras editoriales 'outsider': “cada uno hace lo que quiere, y lo explica como quiere”. “No sabemos a quién nos dirigimos, y esa es la gracia. Desde el principio tuvimos claro que nos dirigiríamos a aquellos que compartieran con nosotros gustos muy distintos, el sentido del humor, y cierta actitud ante la vida”.

Es sintomático que en un momento como el actual se hayan atrevido a crear la Biblioteca Blackie Books, en la que tienen cabida “nuevas ediciones de nuestros 'clásicos', pero también lanzaremos algunas novedades que se adecúen más a esta colección. Nos gusta que las colecciones se hagan solas, libro a libro. Es algo intuitivo, y funciona”.

Sobre el futuro inmediato, Jan no tiene ni idea de lo que pasará. “Lo que tenemos claro es que todo lo que ganemos lo reinvertiremos para poder publicar y compartir nuevos libros, inventar nuevos proyectos, poder dar a conocer a nuevos autores brillantes y muchas cosas más. Moriremos creando. Y en todo caso, nuestro legado será inmortal”.

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