miércoles, 23 de noviembre de 2016

Sobre una declaración en el Facebook de Anagrama

La Editorial Anagrama tiene un Facebook. En él, sin firma, el 19 de mayo pasado, se subió la siguiente declaración que lleva por título “Sobre las traducciones de Anagrama”. Dice así:  

Hemos leído con detenimiento vuestros comentarios acerca de algunas de nuestras traducciones, y aunque los hemos ido respondiendo de forma individual, nos gustaría daros una respuesta general.

Las traducciones de Anagrama han sido reconocidas internacionalmente por su fidelidad al original. No sólo trabajamos con excelentes traductores, sino que adicionalmente hacemos política de autor. Es decir: el traductor de Baricco es la misma persona que lo ha traducido durante 20 años, y esto mismo ocurre con otros muchos autores de nuestro catálogo.

La realidad es que las traducciones se encargan principalmente a traductores españoles, puesto que ninguna editorial puede permitirse encargar una traducción local para cada uno de los países en los que se distribuyen sus publicaciones. En este sentido, es cierto que hay libros en particular en los que se hace evidente un argot más marcado que en otros, por ejemplo, en novelas cuyo original está escrito haciendo uso de jerga, como en Trainspotting y otras novelas de Irvine Welsh. En el caso de este tipo de novelas, es evidente que desde Anagrama optamos por un argot para tratar de dar a la traducción la mayor similitud respecto al original. Sin embargo, en los ensayos o en las novelas más clásicas, por llamarlas de alguna manera, esto apenas sucede.

Desde Anagrama defendemos la riqueza del español como lengua universal que compartimos tanto en España como en Latinoamérica y estamos orgullosos de poder entendernos desde nuestra diversidad. Por ello, no vemos el problema a la hora de leer una traducción que no utilice exactamente el mismo léxico que empleamos habitualmente. A este respecto, nuestro editor, Jorge Herralde, ha manifestado en alguna ocasión:

«Durante toda mi adolescencia y mi primera juventud me nutrí fundamentalmente en el ámbito de las traducciones, a causa de la censura española, de libros argentinos de Sudamericana, Emecé y Losada. Estaban llenos de palabras muy argentinas, pero sobreviví de forma muy placentera y rápidamente buscaba los equivalentes. No me sentí en absoluto escandalizado, devoré centenares de libros y estuve absolutamente agradecido a las editoriales argentinas».

Es para nosotros un verdadero placer contar con tantos lectores entusiastas de nuestro catálogo y agradecemos que utilicen las redes para hacernos llegar sus comentarios y críticas, a los que intentamos dar respuesta y mejorar en todo cuanto está en nuestras manos.

Hasta aquí, entonces, lo que dice la Editorial Anagrama, sin firma, claro.

Ahora bien, “las traducciones de Anagrama han sido reconocidas internacionalmente por su fidelidad al original”. ¿Quién lo dice? ¿A partir de qué? ¿En qué consistió el reconocimiento internacional? ¿En qué algunos autores sólo pueden leerse en castellano en versiones de Anagrama porque la editorial compró los derechos para toda la lengua, sin dejar espacio para que haya otras traducciones fuera de España? Para más datos, ya fue vista, y discutida largamente, la inexactitud de esa afirmación. De hecho, Mori Ponsowy analizó esas traducciones y llegó a conclusiones opuestas a las del autor anónimo de la nota de Facebook (ver la entrada del 13 de junio de 2012, en este mismo blog). Y ya Jesús Zulaika, uno de los traductores cuestionados en ese momento, se disculpó por los errores de estilo que había introducido en sus traducciones de Raymond Carver publicadas por Anagrama (ver la entrada del 23 de agosto de 2012, en este mismo blog). Pero los casos podrían ser muchos más, como, de hecho, lo denuncian en la misma página de Facebook de Anagrama muchas de los 155 personas que comentaron esa nota que, de hecho, no habría tenido por qué ser escrita si no fuera que muchísima gente se queja progresivamente de lo malas que son muchas de las traducciones de Anagrama.

Luego, el hecho de que Anagrama haga “política de autor”, dándole a un mismo traductor libro tras libro de un mismo novelista no asegura que libro tras libro ese mismo traductor no cometa los mismos errores (volvemos acá al caso de Zulaika ya tratado).

Lo de encargar traducciones exclusivamente a traductores españoles es un derecho inalienable de la editorial. Lo de hacer que esas traducciones suenen a barrio madrileño, en cambio, es un problema. Y no se trata acá de cuestiones exclusivas de argot. Luego, cuando existen tantas editoriales españolas que encargan traducciones a buenos traductores de todo el mundo hispánico, no se entiende claramente por qué Anagrama, que vende libros en toda Latinoamérica, privilegia exclusivamente a los españoles. Y eso nos lleva a no entender para qué se compran derechos para toda la lengua, cuando se terminan imponiendo traducciones que responden a una única variante que ni siquiera es mayoritaria en el mundo del castellano.

Finalmente, el señor Herralde no es la medida de todas las cosas. Que el no haya tenido problemas en leer traducciones argentinas durante la dictadura franquista, no implica automáticamente que los lectores de todo el mundo de la lengua castellana no vayan a tener problemas con las elecciones del señor Herralde. De hecho, ¿qué pasaría con el señor Herralde si los lectores latinoamericanos dejáramos de comprar sus libros por sus traducciones extremadamente castizas? ¿Seguiría pensando lo mismo? Cuestión de probar.


Jorge Fondebrider


Quien desee ver los comentarios a la nota de Facebook puede hacerlo acá:

https://www.facebook.com/notes/editorial-anagrama/sobre-las-traducciones-de-anagrama/1079561965416033/ 

4 comentarios:

  1. Mi adolescencia la pasé leyendo novelas del siglo XIX traducidas en España, porque eran las únicas que había en la biblioteca de mi padre, anterior al franquismo. De ese modo soporto desde entonces con mayor estoicismo el cierzo helado. También le pongo el pecho a la cellisca. Y suelo usar lejía para lavar hasta las patatas.

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    1. Suerte la tuya. Yo tuve que leer en una traducción de Truman Capote que publicó Anagrama que el personaje ponía una conferencia mientras se magreaba la pilila. O sea, puaj.

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  2. en la curiosa polémica suscitada entre los derechohabientes legales de bolaño y sus herederos imaginarios (echeverría, herralde), carolina lópez, la viuda del escritor de cuyos textos tironean unos y otros, esgrime uno de los argumentos más contundentes contra la falsa política panhispánica de ciertas editoriales españolas: si decide quitarle, dice, los derechos de edición a anagrama y dárselos --wylie mediante-- a alfaguara es precisamente por la falta de sensibilidad latinoamericana de aquélla: los libros de anagrama que llegan a américa son caros y no tienen una distribución fluida. algo de razón la asiste: que una editorial española se arrogue la condición de expositora y difusora de una de las voces más interesantes de la reciente literatura latinoamericana no deja de ser paradójico y/o sintomático de la desigualdad estructural de las relaciones culturales entre españa y sus díscolas ex colonias. y aquí no hay pililas ni magreos sino una idea epicéntrica de la circulación de ideas y contenidos en el amplio marco de la lengua castellana.

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    1. Como ya fue dicho, tal vez es hora de dejar de comprar los libros de Anagrama hasta que la política de la editorial respecto de Latinoamérica cambie. De todos modos, no hay que hacerse muchas ilusiones: Herralde, que en cuarenta y tantos años de edición no fue capaz de formar a un solo editor que lo herede, no parece la persona más indicada para comenzar a hacerlo.

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