lunes, 12 de junio de 2017

"Idealismo acompañado de pasos concretos"

Karl Dedecius
El pasado 6 de junio, el traductor cubano José Aníbal Campos publicó en El Trujamán la siguiente columna dedicada a Karl Dedecius, traductor del polaco y del ruso al alemán, a quien el autor considera “uno de los traductores europeos más importantes del pasado siglo”.

Karl Dedecius: las vidas de un traductor

El 26 de febrero de 2016 moría en Fráncfort del Meno uno de los grandes intelectuales europeos del siglo xx: Karl Dedecius. ¿He dicho «intelectual»? Pues debo precisar: quien falleció en Fráncfort es uno de los traductores europeos más importantes del pasado siglo.

Nacido y crecido en el seno de la comunidad de habla alemana de Łódź, a los dieciocho años Dedecius se vio arrastrado a una guerra que no era la suya y que vino a interrumpir el acariciado sueño de estudiar teatro. Fue en esa época cuando encontró en la traducción no solo un modo de sobrevivir en medio del horror, sino de renacer una y otra vez para convertirse en el gran divulgador de la literatura polaca en los países germanófonos.

El propio lema de su ciudad natal, Ex navicula navis (‘De una barca, un barco’), cuyo escudo de armas muestra tan solo una sencilla embarcación de remos, parece haberlo predestinado para el oficio de barquero al que dedicaría una de sus muchas vidas. Su impresionante obra como traductor y promotor la realizó, en su mayor parte, fuera de los horarios de oficina, en los más de veinte años que trabajó como empleado en una compañía de seguros en la metrópoli a orillas del Meno.

Cuando en los años cincuenta y sesenta nadie había oído hablar en Occidente de figuras como las de Stanisław Jerzy Lec, Zbigniew Herbert, Czesław Miłosz o Wisława Szymborska, Dedecius peregrinaba por las editoriales alemanas con sus propuestas de publicación de poetas y escritores polacos y rusos.

Siendo prisionero de los soviéticos —recuerda Dedecius en su destacable libro de memorias, Ein Europäer aus Lodz [‘Un europeo de Lodz’] (Suhrkamp 2006)— «encontré la medicina efectiva para mí: la traducción». Todo empezó con unos versos de Lérmontov: «Yo buscaba e indagaba intentando hallar paralelismos. Reflexionando sobre las heridas juveniles de Lérmontov, conseguía olvidar las propias. Con el tiempo, fui ganando fuerzas y aprendí de nuevo a erguirme y a caminar. Con la ayuda de esos versos extranjeros, con las muletas de la poesía».

Aparte de las decenas de publicaciones individuales, antologías y ensayos sobre literatura polaca (y eslava en general), son dos los grandes proyectos de Dedecius que resumen y definen su labor como mediador entre las culturas de habla alemana y la polaca: la Biblioteca Polaca de la editorial Suhrkamp (cincuenta volúmenes de obras literarias de distinto género y estilo a través de los cuales el lector obtiene un amplio panorama de la evolución cultural de Polonia desde la Edad Media hasta la actualidad) y el Instituto Polaco-Alemán, en el que, desde su fundación oficial en 1980 (y recalco lo de «oficial» porque en realidad ya Dedecius venía asumiendo en solitario desde los cincuenta, sin apoyos oficiales, la labor que luego encabezaría la nueva institución), se han formado centenares de traductores del polaco al alemán (o a la inversa), convirtiéndose en el centro de información y documentación por excelencia para miles de periodistas y polonistas alemanes y europeos.

Demasiado «idealista». Fue ese el descalificativo que Dedecius hubo de oír durante décadas cuando, en los sesenta y setenta, trató la creación de este instituto con varias personalidades de la vida pública. Pero el «idealismo», acompañado de pasos concretos, representado por un hombre con la tenacidad de Dedecius, puede arrojar resultados más que palpables.

En una época en que percibo, para mi pesar, ciertos peligrosos síntomas que apuntan a una pragmática «tecnocratificación» de la traducción de obras de valor cultural, vale la pena echar una ojeada a la biografía de este gran traductor europeo.

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