martes, 10 de abril de 2018

Cinco ejemplos de la hipocresía y deshonestidad

En la entrada de ayer, un artículo del diario El País, de Madrid, daba cuenta de la difícil circulación de libros entre España y Latinoamérica. Una serie de especialistas que son parte interesada  (entre los que se contaban el director general de Penguin Random House, la editora general de Alfaguara que es parte del mismo grupo editorial, un cortesano lleno de gracejo que fue ex director de Alfaguara, un profesor lleno de discursos ad hoc, etc.) daban su punto de vista y ofrecían sus diagnósticos, ocultando de esa manera que el problema central es su cortedad de miras y la rapacidad del mundo en el que viven. Por ello, a continuación, el Administrador de este blog ofrece algunos ejemplos que demuestran palmariamente la hipocresía de esta gente.

Buenos Aires, 2004

El grupo multinacional Planeta acaba de comprar Emecé de la Argentina. Un autor que firmó con la editorial local, de golpe y porrazo se encuentra en el catálogo de una fábrica de hacer chorizos, a la que sólo le interesa la facturación. Escribió su libro a lo largo de cuatro años, después de una larga investigación, pero a los seis meses de publicado, lo encuentra en la mesa de saldos de la librería Dickens. Consulta entonces su contrato y descubre que hay una cláusula que indica que, en caso de saldarse su libro, la editorial deberá ofrecérselo en primer lugar a él antes que liquidarlo en la mesa de una librería de saldos. Llama a la editorial y habla con la persona a cargo de estas cuestiones. Le dicen que no le avisaron nada porque el libro no está técnicamente saldado, sino que fue ofrecido a mitad de precio y, por lo tanto, no es una categoría que pueda equipararse al saldo. "Y, ¿cuánto me van a liquidar a mí?", pregunta interesado. "La mitad de los derechos de autor, claro", le informa la empleada. Furioso, recurre entonces a un abogado que se limita a llamar a Planeta, al cabo de lo cual, sin que medie negociación alguna, al autor se le liquida la totalidad de la edición al precio por el que había firmado su contrato. Sin embargo, hasta el día de hoy, la práctica del medio precio sigue vigente y cualquier puede comprar esos libros en la librería Dickens y en sus subsidiarias. El autor en cuestión recuerda la letra de ese tango que dice: "El que no llora no mama / y el que no mama es un gil". 

Guadalajara 2008

El escritor chileno Pedro Lemebel se presenta a sala llena en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El público, que mayormente no lo conoce porque sus libros no llegan a México, delira y, terminada la presentación, corre al stand de Planeta, donde están los libros de Seix Barral, sello en el que publica Lemebel. Los vendedores dicen no conocer al autor y, al cabo de una búsqueda exhaustiva, alguien dice que sí, que Planeta de México tiene el catálogo de Seix Barral pero sólo de los libros que se publican en México y de los que se importan de España, pero no de Seix Barral de Chile. ¿Por qué? Porque, como nadie conoce al autor, para qué comprárselo a la filial colega y gastar en el flete. En ese momento, alguien propone visitar el stand de Chile en el sector internacional de la feria. Los dos afortunados que primero llegan se quedan con el par de ejemplares del último libro de Lemebel que, traídos por la Cámara del Libro de Chile, han sido subvencionados por el gobierno chileno en pie de igualdad con los libros de editoriales chilenas, aunque estos, publicados por Seix Barral, sean de una multinacional española. 

La situación de Lemebel es la misma de muchos otros autores que publican en los dos grupos multinacionales con sede en España. Bastaría, por caso, la iniciativa de un gerente editorial de esos que corren a llevarle la escupidera a los directores editoriales, quienes, dicho sea de paso, podrían dejar de invocar la autonomía de sus filiales latinoamericanas, que está ahí cuando les conviene y desaparece cuando se trata de inundar los mercados latinoamericanos de novedades españolas.

Barcelona 2013

La conversación entre amigos comienza en un bar y se continúa a lo largo del trayecto que va desde ese lugar a una de las librerías La Central porque, luego de haber intercambiado nombres de autores, ambos se deciden por regalarse mutuamente algunos de los libros mencionados. Ya en la librería, el español encuentra todo lo que busca, mientras que el argentino, no. Pregunta al vendedor. Éste busca en la computadora. Dice que no conoce a la editorial o dice que tal título lo tuvieron hace mucho, pero que desde hace ya unos años no ha sido vuelto a importar. La mitad de los títulos no importados fueron publicados por las filiales sudamericanas de multinacionales del libro español.

Santiago de Chile, 2015

Interesado en saber qué se publica en Chile, un turista argentino recorre librerías. Le llama la atención que la proporción de libros españoles exhibidos supere con creces la de los libros chilenos. Pregunta a los vendedores. Le contestan: "Es así, po". Inquisidor, pregunta más. Le dicen que el libro español, que es más caro, deja mayor margen de ganancia. Pregunta luego por libros argentinos, peruanos, colombianos o mexicanos. "Casi no hay", le dicen. Sin embargo, en una librería especialmente elegante, observa que los libros de Anagrama no son editados en España, sino en la Argentina. No obstante, su precio no es el argentino (cerca de la mitad del español), sino que se corresponde con lo que cuestan en España. Curioso, ante la deshonesta práctica del vendedor, le pregunta por qué. La respuesta es simple: "Porque es así, po". 

Buenos Aires 2017

Un autor, acaso deslumbrado por la promesa de fama internacional, está por firmar contrato con la filial argentina de Penguin Random House. El contrato dice que cede sus derechos en exclusividad a la editorial. Sin embargo, le preocupa saber si su libro va a circular por el resto del mundo de la lengua castellana. La respuesta es sencilla: si otras filiales lo quieren comprar, sí. Pregunta: ¿y qué pasa si otras filiales no lo compran? La respuesta vuelve a ser sencilla: entonces sólo circula en la Argentina. ¿Por qué entonces la cesión de derechos para todo el mundo? "Bueno, es una política de la casa", dice el editor.  



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